«En cinco años se podría curar la parálisis con mi técnica»
25/10/2014. Un equipo del Instituto de Neurología del University College de Londres dirigido por Geoffrey Raisman ha logrado que un paciente parapléjico vuelva a caminar después de haber recibido una puñalada que le seccionó la médula espinal gracias a un tratamiento con células madre del bulbo olfatorio. Raisman comenta el avance en una entrevista publicada en el diario El Mundo, que reproducimos a continuación.
[Podéis ver el reportaje emitido en la cadena británica BBC AQUÍ]
Pregunta. Pasada la emoción del momento, ¿qué supone realmente este primer paso para el avance de la medicina?
Respuesta. El momento fue muy emocionante y de alguna manera fue la culminación de más de cuarenta años de trabajo, impulsados en esta última década gracias al neurocirujano polaco Pawel Tabakow. Es la primera vez que se demuestra que el tratamiento con las células del bulbo olfatorio para lesiones totales de la médula espinal puede funcionar en humanos. Pero no nos engañemos: aún no podemos hablar de un tratamiento generalizado para la población. Esto ha sido como el primer vuelo de los hermanos Wright. Nos queda aún un largo trayecto y años de experimentación para llegar al Jumbo.
P. Siendo realistas, ¿cuál podría ser el mejor escenario posible? ¿Cuándo podría aplicarse a enfermos con lesiones medulares?
R. En el mejor caso posible, podríamos hablar de cinco años. Nuestra idea es trabajar paralelamente con dos o tres pacientes en los próximos tres años, en Polonia y posiblemente en el Reino Unido. No creo que haga falta construir un centro dedicado exclusivamente a esta investigación, como algunos han sugerido. Lo que necesitamos es demostrar que esto funciona no en uno, sino en dos, tres, cinco o diez casos, y así el procedimiento podría desarrollarse muy rápido. Pero para eso necesitamos más evidencia y más financiación, y el apoyo de la comunidad global de neurocirujanos. De momento, toda la financiación ha sido privada, gracias a la UK Stem Cell Foundation y la Nicholls Spinal Injury Foundation. Somos un equipo muy pequeño, aquí y en Polonia.
P. ¿Será capaz de volver a bailar algún día Darek Fidyka?
R. De momento, ya baila con su imaginación, que es un gran paso adelante. Camina con ayuda del andador porque la movilidad y la musculatura la ha ganado sobre todo el lado izquierdo. Deberá seguir trabajando intensamente con la fisioterapia. Pero ya llega por su cuenta y en su propio coche todos los días. Se ha levantado de la silla de ruedas y hace una vida más o menos normal.
P. ¿Qué les diría a las familias y a los miles pacientes con lesión total en la médula espinal que están esperando una cura?
R. Les diría que tengan paciencia y esperanza, que estamos intentando hacerlo lo mejor posible. Y a las familias les diría que se vuelquen en su cuidado, que les dediquen a esas personas toda la atención y todos los recursos económicos que merecen. Ya nos ocuparemos nosotros de seguir encontrando el dinero para avanzar en la investigación.
P. ¿Cuándo y cómo arranca su investigación con las células de la glía envolvente olfatoria (CGEO) para regenerar las fibras nerviosas y reparar la médula espinal?
R. Directamente, desde 1985, trabajando primero en intentar demostrar que el procedimiento funciona en animales, y buscando las aplicaciones médicas para los humanos. Hasta llegar a Darek hay un largo camino de pruebas en laboratorio con animales. Y me gustaría destacar también la labor de los doctores Ying Li y Draqing Li, con quienes también he trabajado durante varios años.
P. ¿Qué particularidad tienen las células del bulbo olfatorio en comparación con las células madre?
R. Son distintas a las célula madre neurales y tienen propiedades también distintas. Su principal cualidad es que tienen un gran poder regenerador y producen sustancias que ayudar a reparar los nervios y la médula. En el caso de Darek Fidyka, recibió hasta cien microinyecciones de células CGEO por encima y por debajo de la lesión medular. Se le implantó también tejido nervioso del tobillo que hiciera de andamio. Las resonancias magnéticas demuestran que el hueco de ocho milímetros de la lesión había prácticamente desaparecido.
P. El poder regenerador de estas células ya se había demostrado en animales, sólo faltaba demostrarlo en un paciente humano...
R. Efectivamente. Y por eso se ha montado todo este revuelo. Pero permítame desde aquí destacar el trabajo de dos grandes neurocientíficos españoles en este campo, Almudena Ramón Cueto y Manuel Nieto-Sampedro. El Instituto Cajal es una referencia mundial y además lleva el nombre del premio Nobel español, a quien podemos considerar el padre de la neurociencia.
P. ¿Ramón y Cajal ha sido parte de su inspiración?
R. Algo más que eso. Si no es por él, posiblemente usted y yo no estaríamos hablando aquí. Los neurocientíficos le debemos todo. Su imagen ante el microscopio sigue representando la edad de oro de la ciencia.
P. Los medios han lanzado las campanas tras el documental de la BBC ¿Pero cuál ha sido la acogida de la comunidad neurocientífica tras la publicación del caso en la revista Cell Transplantation?
R. Si quiere que le diga la verdad, aún no he tenido casi tiempo con todo este revuelo. Pero entiendo que haya cautela. Necesitamos más evidencia.
P. Usted ha criticado frecuentemente las resistencias de parte de sus colegas a aceptar que el sistema nervioso puede curarse por sí mismo...
R. Efectivamente. Digamos que todo mi trabajo parte de una idea sin la que no habríamos podido llegar hasta aquí. Esa idea es la hipótesis del camino. Nuestro sistema nervioso es el sistema más complejo que conocemos, capaz de las cosas más complejas, que aún somos incapaces de descifrar. La gente piensa a veces en las conexiones nerviosas como si fueran conexiones telefónicas: si se cortan físicamente, el daño causado es irreparable. Yo me rebelo contra esa idea: el sistema nervioso es ante todo un sistema de conexiones, y cuando alguna conexión se corta, los nervios están buscando otro camino... Pensemos en la médula espinal como en una superautopista: si ocurre un accidente, los motoristas buscarán vías alternativas hasta encontrar su destino. Eso es al fin y al cabo lo que hemos hecho en el caso de Darek Fidyka: construir un puente que permite que las fibras nerviosas reencuentren su camino.
P. Usted cree que las células de la glía envolvente olfatoria podrían también ser útiles en casos de parálisis cerebral o incluso para tratar la ceguera o la sordera...
R. Sí, se trata de un campo prometedor de investigación, pero ahí vamos todavía varios años por detrás. El foco ahora es centrarnos en su papel central en el tratamiento de las lesiones de médula espinal. Si lo conseguimos, se abrirán probablemente unas puertas muy grandes a la medicina.